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(Palabra derivada del francés ogre, "devorador de hombres", a su vez éste del latín orcnos) De acuerdo a los relatos provenientes del norte de Europa, los Ogros eran gigantes demoníacos que se alimentaban de carne humana; en los pueblos romanos aparecen siempre como antagonistas del héroe.

Tienen la capacidad de percibir con el olfato la presencia de los hombres vivos, aunque estén bien escondidos: Como el hombre muerto es maloliente para los vivos, así lo es el vivo para los muertos; el Ogro pertenece, pues, al reino de la muerte, y él mismo es una imagen de la Muerte.

Con frecuencia, los Ogros poseen un sólo ojo (como el Lorg, el Vouivre, el Tartaro vasco, etc.), al igual que los Cíclopes, unas fauces poderosísimas, otras veces aparece con dos terribles ojos (el Spillautsche), colmillos de jabalí; la Fänsmutter de Silesia posee ojos flamígeros y el Liderc húngaro irradia luz.

Entre los que tienen cabeza de perro o de lobo, se pueden citar los Trinetirk suecos, los Baednag-Njadne lapones, los Koiran-Kuolanen finlandeses y el Tartaro húngaro. También ostentan características dispares, según el pueblo donde provienen: Con un pulgar gigante, o siete cabezas, etc.

Como personaje litúrgico, adopta el papel de demonio destructor de los ritos de iniciación.