Posesiones y Exorcismos

 

"Caín fue muerto por Lamech, el cual, yendo de caza, lo tomó por una fiera: Se puede, pues, imaginar que Caín haya sido el primer poseso y el primer licántropo, como fue el primer ciudadano y el primer homicida..."

 

El miedo a quedar poseído por un demonio es tan antiguo como la misma humanidad; en numerosos escritos sumerios, asirios y babilonios se describían procedimientos para proteger a las personas de la penetración de los demonios en el cuerpo, y se detallaban los métodos para expulsar a los seres malignos, una vez que habían ingresado en el organismo y permanecían en él.

La posesión diabólica es sin duda el dominio que Satán ejerce directamente sobre el alma humana, representa la manifestación extraordinaria más grave y terrible; los demoníacos o energúmenos son aquellos en quienes escoge el diablo su morada y los cuales son atormentados más o menos según el curso de la Luna. Se dicen haber visto demoníacos a los cuales los diablos arrancaban las uñas de los pies, doblarse por la espalda hacia atrás, arrastrarse sobre el vientre; mujeres marchar con la cabeza abajo y los pies en alto, correr otras por las calles, desmelenadas, casi desnudas y arrojando agudos gritos.

El hombre puede ser poseído sin culpa suya. Cinco causas suelen señalarse para la posesión:

 

- Para mayor mérito propio.

- Por leve delito de otro.

- Por pecado venial propio.

- Por grave pecado ajeno.

- Por gran maldad propia.

 

La acción que el demonio puede ejercer es un influjo genérico sobre la materia y entonces se padece la infestación diabólica local, o bien una posesión del ser humano, en cuyo caso se tiene la infestación diabólica personal, que se divide en Posesión y Obsesión. La posesión se sufre cuando el demonio invade y domina el cuerpo humano y el hombre, por lo tanto, realiza acciones que denotan una fuerza enorme o una sorprendente agilidad, puede levantar objetos muy pesados o romper enormes cadenas; el demonio puede además levantar a la persona y mantenerla suspendida en el aire; las partes del cuerpo pueden ser accionadas en los modos más extraños e inusitados, se pueden tener contorsiones que no respetan las normales facultades de articulación. El lenguaje es falso, blasfemo e indecente; estas crisis son violentas pero de poca duración, y al final el afectado pierde la noción de sus actos anteriores y siempre le queda un debilitamiento físico o agotamiento difícilmente curables.

En la obsesión, la presencia demoníaca se impulsa más allá del campo físico para ejercer un influjo sobre las actividades espirituales, llegando indirectamente al intelecto y a la voluntad. Es más difícil de descubrir que la posesión, porque se infiltra hasta las esferas más profundas del ser humano.

En la Edad Media se confeccionó una lista de señales que habían de hallarse presentes para tener la certeza de que la persona estaba poseída por uno o varios demonios, éstas eran:

 

- Xenoglosia, o posibilidad de hablar o entender idiomas que la persona no conocía.

 

- Facultad de poder descubrir cosas secretas, de leer los pensamientos y de poder adivinar acontecimientos futuros (telepatía, clarividencia y precognición).

 

- Escupir toda clase de objetos que los espíritus hubieran obligado a tragar a las personas.

Las facciones de los energúmenos eran repugnantes. Cuando hablaban sacaban la lengua, echaban maldiciones, emitían voces imitando animales, tenían la boca cubierta de espuma, los labios azulados, la mirada iracunda y cuerpo tenebroso; también vomitan una especie de "goma" verde, que aparece en muchos casos, cuyo origen se desconoce, pero se objeta que proviene del abdomen, tal vez sea un jugo o humor emanado por el hígado (bilis) o por el estómago (jugos gástricos). Le tienen terror a los objetos sagrados, cuando ven alguno se convulsionan, se retuercen, sienten total aversión a todo lo santo. Sus cuerpos se hinchan desmesuradamente, sus cabezas dan vueltas de 360º sin alguna fractura, permanecen coléricos, atacados de un delirio de furor. No oran jamás; los nombres de Jesús, María, el Espíritu Santo, pronunciados por los presentes, les hacen agitarse y temblar llenos de temor.

Los casos de endemoniados son, en este sentido, tan impactantes y tan obviamente anormales, ilógicos y ocultos que su realidad polariza la atención contemporánea. Sin embargo, como por ejemplo el poseso habla sin mover los labios y con voz totalmente cambiada, hay evidentemente auxilio diabólico si se descarta eventualmente el ventrilocuismo. En fin, aún es prematuro para dogmatizar nada al respecto.

 

Catálogo de epidemia de posesión desde fines del siglo XV

 

1491-1494: En un convento de monjas de Cambrai (Condado de La Marche).

1526: Lyon; monjas exorcizadas.

1551: Uvertet (Condado de Hoorn).

1550-1556: En el claustro de Santa Brígida, cerca de Xanten.

1552: Kintorp, cerca de Estrasburgo.

1554: Roma (84 personas afectadas).

1555: Roma (80 niñas de un orfelinato).

1560-1564: En el convento de Nazareth, en Colonia.

1566: En Findlingsheim, en Amsterdam (30 ó 70 niños).

1590: Milán (30 monjas).

1593: Friedeberg, Neumark.

1594: En la Marca de Brandeburgo (80 casos).

1609-1611: Las Ursulinas de Aix-en-Provence.

1613: Santa Brígida de Lille.

1628: Varias monjas de Madrid.

1632-1638: Ursulina de Loudun, con casos también en Chinon, Nimes, Aviñón.

1639: Elizabeth Allier, poseída durante 20 años; fue liberada después de seis exorcismos.

1640: Chiton; muchachas exorcizadas.

1642: Monjas de Louviers (18 personas).

1652-1662: Monjas de Auxonne.

1670: Niños de Mora (Suecia), y en un orfelinato de Hoorn (Holanda).

1677: Christoph Haizmann. Después de exorcismos incesantes, su estado mejoró, pero sus ansiedades pronto volvieron.

1681: Toulouse.

1687-1690: Lyon (50 hermanos).

1732: Bayeux; epidemia que duró 10 años.

1744: Les Landes.

1740-1750: Diez casos entre las mojas de Unterzell, en la Baja Franconia.

1816: Amiens; una muchacha embarazada.

1857-1862: Morzines, en la Alta Saboya (120 personas endemoniadas).

1864-1869: Illfurt; dos hermanos posesos.

1878: Verzeguis, en el Friul.

1881: Pledrau, cerca de Saint-Brieuc, y en Jaca (España).

 

Listado de los espíritus diabólicos posesores más frecuentes

 

Ancitif Consague Grongade Faetón Calconix Eassai
Cham Acaos Zabulón Nephtalim Usyá Uriel
Achas Maklat Gresil Putifar Anirdafón Aminadab
Khema Sonnilon Lissi Elimi Chaim Boifanni
Dálmata Motelu Butadieu Anigrón Arfaxat Belsam
Grappin Belusyá Istemaá Babujal

 

La Iglesia Católica ha mantenido un verdadero orden sacro, el tercero de los menores, el Exorcistado, para sus ministros que se utiliza, en casos raros, para expulsar a los demonios del cuerpo de una persona. Los exorcismos son conjuros, es decir órdenes dirigidas en nombre de Dios al demonio, a fin de que desista de todo influjo maléfico producido sobre personas o cosas; este conjunto de plegarias, ceremonias y ritos es usado por la Iglesia para expulsar a los demonios.

En la base del exorcismo se halla el concepto de no descender jamás a pactos con el diablo; sino ordenarle como a una criatura, sometida por lo tanto a la voluntad de Dios, hay que dirigirse siempre a él en tono autoritario y de repulsa.

En el Derecho Canónico constituyen exorcismos todos los conjuros que hace el ministro encargado, en nombre de la Iglesia, contra las fuerzas malignas. Los exorcismos pueden ser de dos tipos: Solemnes o Simples; es solemne cuando sólo puede ser hecho por aquellos sacerdotes que tienen la licencia del obispo diocesano. El simple puede ser hecho por todos los sacerdotes sin necesidad de autorización.

El exorcismo solemne se refiere solamente a personas poseídas por el demonio, mientras que el simple es aplicado a las infestaciones de personas, cosas o lugares; existe además un exorcismo privado, al que muchos se dirigen: En efecto, cualquiera puede exorcizar sin recurrir a las fórmulas del Rituale Romanum. Por el contrario, para la Iglesia existe una disciplina severa.

Ni la posesión ni el exorcismo están libres de graves peligros, el exorcista corre riesgo del contagio psíquico; los ritos oficiales descriptos por el Rituale Romanum subrayan la necesidad de un maduro sentido de responsabilidad por parte del exorcista así como la máxima diligencia en seguir la práctica oficial.

Como ocurre a menudo, Satán será obligado por el exorcista a decir la verdad, pero está claro que siempre intentará engañar y atacará en los puntos débiles, demostrará saber cosas que la persona poseída no podría conocer; el demonio llegará a desafiar al exorcista y a acusarle de estar impelido por el orgullo, hasta llegar a auténticos asaltos físicos.

Los espíritus malignos, una vez dentro de una persona, abandonan su cuerpo con mucha dificultad y esto demuestra cuán gravoso resulta el cometido del exorcista.

Los espíritus unen siempre la salida a signos particulares para manifestar sus sentimientos de crueldad hacia el hombre y de odio a las cosas sagradas, o para espantar a los presentes o para hacer ostentación de su poder; entre las más comunes están la confesión de los propios demonios, un vómito muy especial, la salida por la boca de algunos animalejos, chirridos terribles, un olor nauseabundo, la aparente muerte del endemoniado.

Las obsesiones que se conocen a través del Evangelio continúan tranquilamente hasta la actualidad, los atacados se agitan de manera incontrolada, pronunciando advertencias y gritos proféticos, danzando salvajemente, caen al suelo y se levantan en levitación, blasfeman, ordenan o imploran. Es lo mismo en todo el mundo y desde hace millares de años.

Si la Iglesia opone el exorcismo a la acción del diablo, del mismo modo el vulgo usa un rito mágico, en el curso del cual se trata de expulsar el espíritu maligno del cuerpo del endemoniado; la acción de estos exorcismos privados se lleva a cabo ya sea recitando un conjuro, ya sea con gestos de las manos o con el empleo de recursos tipo agua, sal, humo o sangre.

Entre los objetos utilizados en los exorcismos, se encuentran:

Agua bendita: Es muy temida por el diablo, porque sobre ella la Iglesia invoca la capacidad de alejar a Satán; reemplaza al agua lustral.

Velas bendecidas: Tienen el poder de alejar a los espíritus malignos de los lugares en que son encendidas.

Agnus Dei: Medallones de cera con la figura del cordero pascual, bendecido con la invocación de librar del demonio, y que se llevan encima o están colgados del lecho.

Son necesarias, además del incensario, cruces y rosarios con libritos de ritos exorcistas. No obstante estos conjuros, existen otros nacidos de la fantasía popular, a los que se atribuye el poder de alejar al diablo de un cuerpo o de no dejarle entrar; los principales son:

Triángulo de los Demonios: Se dibuja sobre un pedazo de cuero mojado en sangre humana.

Cuadro Mágico: Se dibuja sobre pergamino virgen y se lleva colgado del cuello.

Objetos puntiagudos: Horquillas del pelo, cuernos, tijeras y en general todos los objetos con punta tienen el poder de anular toda influencia demoníaca.

También merecen mención aparte, por su carácter mágico y por la complejidad de su fabricación, los amuletos, los talismanes y los pentáculos.

El Amuleto es un objeto que preserva de la posesión y es suministrado por la naturaleza (por ejemplo, un pelo de elefante, una pata de conejo, un escarabajo, etcétera).

El Talismán y el Pentáculo tienen por el contrario un carácter determinado por fluidos e influjos astrales y están confeccionados en materiales especiales. Los talismanes son dibujados sobre pergamino virgen, en miércoles y cuando la luna se encuentra en un signo de aire (Géminis-Libra-Acuario) y se llevan encima lo más cerca posible de la piel. Los pentáculos deben ser grabados sobre una placa de metal (plomo, cobre, estaño, oro, plata) que va colgada al cuello y que nunca debe ser vendida ni prestada.

En el período asirio-caldeo se creía que una imagen o estatua de un demonio ahuyentaba a éste mismo; según relataban, si el diablo veía su figura en la de la estatua, huía inmediatamente.

Además de estos sistemas empíricos, los exorcistas populares tienen otros y variados métodos para triunfar en su misión y también ellos, como los de la Iglesia, recurren a conjuros durante sus ritos.

Revisando un libro sobre Exorcismos escrito por Claude Veulliot Soulié y Gastón Delibes, se encuentran pasos a seguir para exorcizar un espíritu:

  • Ayunar tres días consecutivos.
  • Mandar a decir algunas misas y orar mucho.
  • Llamar a 4 o 5 sacerdotes o monjes devotos.
  • Proveerse de una vela bendita del Día de la Candelaria, una imagen de Nuestro Señor, agua bendita y un incensario.
  • Desde el lugar donde se encuentra el espíritu, recitar los salmos penitenciales y el Evangelio de San Juan.
  • Pronunciar, arrodillado y con voz humilde aunque fervorosa, la siguiente frase:

"Señor mío, Jesucristo, que estáis en todos los secretos; que siempre concedéis a estos míseros pecadores las cosas que por vuestra divina bondad crees serle provechosas, y que habéis permitido que un espíritu aparezca en estos lugares, suplicamos humildemente a vuestra benigna misericordia y poder infinito, por lo que padecisteis al expirar en la cruz, para salvar al pecador, por vuestra preciosa sangre, que tengáis a bien mandarle que sin herir ni asustar a ninguno de los presentes manifieste a vuestros fieles servidores quién es, por qué ha venido y que pide, a fin de que con más razón podáis vos ser venerado por vuestros fieles súbditos. En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén".

Existen en Italia lugares mágicos, a los que hileras de endemoniados van para hacerse exorcizar. En general se trata de santuarios en los que se practican ritos particulares; en el Santuario de san Valentín, en Bientina, cerca de Pisa, los obsesos sanan de repente si consiguen besar la urna del Santo, cosa que de costumbre se niegan a hacer con inusitada violencia. El lugar más famoso en Italia es Sarsina, en la provincia de Forli, donde es venerado San Vicinio, que ya en tiempos de Diocleciano, cuando es taba en vida, libraba a los energúmenos de los espíritus malignos; después de varios siglos, su poder no ha disminuido, hoy los enfermos sanan después de la bendición impartida con el collar del Santo, formado por dos hierros curvados, que Vicinio llevaba al cuello como penitencia.

Entre 1981 y 1983, alrededor de 1300 personas llamaron a las puertas de las iglesias turinesas afirmando estar poseídas por le demonio y rogando la presencia de un exorcista.

La tarea fe de seis sacerdotes, cuyo fin era estudiar y profundizar en un fenómeno cada vez más relevante. Si la mitad de la fama de Turín como ciudad diabólica fuera cierta, no bastaría el caudal del Po para exorcizar los influjos negativos; alguien tal vez recuerde la profecía de Fray Angelo del siglo XVIII, que aseguraba que en la misma Turín, y durante el último decenio del presente siglo, aparecería nada menos que el Anticristo para un bautismo de masas en una luz luciferina. De las 1350 personas que pidieron asistencia exorcista, sólo 16 casos de posesión demoníaca eran válidos, y de ellos, la mitad fueron resueltos.