Z o m b i s

 

El Zombismo constituye uno de los aspectos más escalofriantes y misteriosos de la religión vudú: Se trata de los muertos-vivos.

Si un hombre desea obtener venganza o fortuna recurre a un mago negro, éste hará la gracia a cambio del alma de un pariente; el hechicero desenterrará a quien le han entregado para convertirlo luego en un muerto viviente sometido a la voluntad del mago. El futuro zombie no es elegido arbitrariamente, sino por un pacto entre el solicitante, por venganza, o por algún desaire amoroso del hechicero. Luego de hecho el pacto, el victimario puede disponer de su presa, y según cuenta la leyenda, el hechicero cabalga por la noche, montado al revés en su cabalgadura, rumbo a la casa de la víctima; escabulléndose para no ser visto se acerca a una puerta de la vivienda y, por la rendija, absorbe el alma del escogido y la encierra en una botella. Luego éste cae en estado de sopor y poco después muere; el hechicero jamás osaría tocar un solo pelo del difunto sin el consentimiento de su "Señor" el Barón Samedi, y es por ello que luego del entierro éste se dirige al cementerio e invocando al "Amo" solicita su autorización.

Hace el arreglo correspondiente, lo saluda y le da las gracias diciendo: "Duerme graciosamente Barón Samedi", e inmediatamente llama a su presa con el grito: "¡Venid a mí los muertos que estáis en el sepulcro!", para desenterrar, atar y llevarse a su casa al muerto.

Al llegar se hace oler a la víctima - que ya es un zombie - de la botella donde se conserva su alma y, una vez vivificado, se le da de beber un filtro que lo destruirá para siempre, transformándose así en un esclavo del brujo, quien lo dominará con un látigo encantado y, desde entonces, se lo verá trabajar en los campos del hechicero, incansablemente, sin voluntad... y también será visto por las noches, cometiendo toda clase de fechorías y haciendo los trabajos más ominosos.

En resumen, el bockor o médico hechicero, mediante una ceremonia diabólica, introduce una fuerza vital (Espíritu) en un cuerpo muerto, el zombie es manejado entonces por los poderes mentales de su criador, posee una fuerza increíble y se mueve como un autómata; su mirada fija produce terror. Todo su cuerpo está helado y de la nariz y la boca exhala un aliento fétido. Muchas de las muertes misteriosas ocurridas en Haití han sido achacadas a estos seres abominables.

Por estar muerto, el zombie no puede ser eliminado empleando elementos naturales, como cuchillos o pistolas, sin embargo son vulnerables a la sal; si se desea matar a un zombie sólo debe colocarse un puñado de sal en su boca, cuando éste duerme, y luego coser fuertemente sus labios, o arrojándole sal en grandes cantidades, se deshacen como cera derretida. Al final quedará sobre el suelo un charco de materia negra y repugnante que nadie debe tocar, sólo podrá hacerlo el bockor, quien utilizará la sustancia para preparar maleficios. Si los muertos vivos absorben o tocan alguna partícula de sal, se dan cuenta de su estado y, enloquecidos, regresan a sus tumbas para toda la eternidad.